Historias de Chaneques


Alfredo Delgado Calderón

Dicen que los chaneques habitan en el corazón de los manantiales, en las ceibas y amates, en las cuevas y en algunos cerros. También se les encuentra en los sitios arqueológicos , en los pozos petroleros o entre la maquinaria de las fábricas y talleres. Rara vez se les mira, pues son elusivos, nocturnos y solitarios. Los chaneques son una suerte de duendes, de espíritus chocarreros, de tlaloques ayudantes de los dioses antiguos. Son una especie de enanos rechonchos y simpáticos, con cabello crespo; algunos los imaginan desnudos y otros dicen que están vestidos de campesinos o que portan un simple taparrabo, aunque también los han visto con un sombrero picudo y con jarana terciada al hombro. Aunque estos espíritus son esencialmente subterráneos, también los hay celestes: son los chaneques que ayudan a los hombres-rayo, los chamanes popolucas que provocan lluvias y detienen las tormentas dañinas. Esos chaneques, hijos del rayo viejo del sur, son de color verde, tienen la cabeza en forma de hacha y viven en las cascadas y en los saltos de agua.
La creencia en los chaneques es típica del sur de Veracruz y en Acayucan tiene un amplio arraigo. Cuentan que se aparecen a los niños pequeños y los pierden en las veredas o se los llevan a jugar a los acahuales.
Numerosas historias dan cuenta de chiquillos que se perdieron horas o días enteros, y que fueron encontrados aparentemente jugando con amiguitos invisibles entre la vegetación tupida.
Estos espíritus chocarreros despiertan sentimientos encontrados. Hay quienes afirman que en realidad son juguetones y bromistas, pero inofensivos. Cuentan que a veces riegan por toda la casa la ceniza de los fogones o de los hornos de panadería, pero que en otras ocasiones recogen y doblan cuidadosamente la ropa lavada y puesta a secar durante la noche, pero que si los hacen enojar ponen excremento entre ella.
Incluso hay quienes dicen que dan buena fortuna y se encariñan con las mascotas de la casa, y que hay casas y familias donde algunos chaneques se sienten a gusto.
Quienes trabajan de noche o gustan de correr la parranda hasta la madrugada cuentan que han visto a niños deambular solos por las calles y veredas, y que cuando quieren hablarles para ver si están perdidos se desaparecen o corren apresuradamente perdiéndose en los lotes baldíos, en las casas abandonadas o en los terrenos montosos. (Acayucan Cuna de la Revolución Tomo II Cultura

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